La lucha de la familia Jurado por un hogar más saludable
Cada día, el Children’s Law Center ayuda a familias en DC como los Jurado, cuyas condiciones poco saludables de vivienda, junto con la discriminación sufrida por su hijo debido a su discapacidad, exigieron nuestra incidencia inmediata.
La humedad y el moho generalizados en el departamento familiar ponían en peligro la salud de Elmer, de la edad de 12, y Jonathan, edad 9. Ambos antes y después de la pandemia, su madre, la Sra. Jurado, limpiaba el departamento cada día, para prevenir y frenar la propagación del moho. Sin embargo, los colchones de sus hijos se pudrieron, y las paredes de su recámara estaban mojadas al tacto.
Cuando la Sra. Jurado contrató el coronavirus y se puso en cuarentena para reponerse durante más de un mes, los efectos del moho se volvieron aún más peligrosos: Elmer y Jonathan desarrollaron ronchas en la piel, y a Elmer se le dificultó respirar. El problema se puso tan grave, que la familia se vio obligada a reubicarse en la sala de estar y a dormir en colchones inflables – todo esto, en un momento en que familias pasan la mayoría de sus días adentro.
Igual que un tremendo exceso de familias a través del Distrito, los Jurado se esforzaron por obligar al dueño de su edificio a arreglar las condiciones terribles de su hogar – hasta que una referencia a través de nuestra asociación médica-legal con Mary’s Center trajo el caso de la familia Jurado a nuestra atención.
La abogada Kate Rheaume del Children’s Law Center inmediatamente les contactó a los Jurado, utilizó FaceTime para ver el alcance del daño en su hogar y presentó una carta de demanda – lo cual finalmente les motivó a los(as) representantes del edificio a realizar las reparaciones necesarias.
“Los chicos se sienten mucho mejor ahora”, afirma la Sra. Jurado. “Están tan felices, al poder dormir en sus propias camas de nuevo”.
Y cuando nos dimos cuenta que el dueño del edificio había rehusado permitirle a Elmer quedarse con su perro de servicio, Junior, de nuevo llegamos hasta el final para incidir a favor de su bienestar.
“En un momento en que los desafíos educativos de Elmer se veían agravados por la ausencia de sus rutinas, compañeros(as) de clase, maestros(as) y ayudantes normales, se nos hiso muy claro lo mucho que Elmer depende de Junior para ayudarle a desarrollar conexiones con otras personas”, comparte Kate.
Sabiendo que la familia tenía el derecho legal de quedarse con Junior, entablamos una querella con la Oficina de Derechos Humanos de DC, aduciendo la discriminación por discapacidad – y unos pocos días después, el dueño del edificio acordó permitir que Elmer se quedara con su perro de servicio.
Hoy en día, es más fácil respirar en el hogar saludable de los Jurado, y ya reunida con su perro de servicio, la familia está disfrutando de un comienzo nuevo. “Me siento muy agradecida a todos y todas quienes nos ayudaron”, dice la Sra. Jurado.